De las cuitas del INDH ya podría editarse un librito con grandes éxitos desde que hace apenas una semana y algo a Sergio Micco se le ocurrió compartir sus reflexiones sobre deberes y derechos en una entrevista mercurial. Reflexiones: importa subrayar ese carácter, que estaba el primer día en el texto de El Mercurio de ese fin de semana, y que hasta la entrevistadora marcaba entonces. Reflexiones, y que suele espantar a los editores cuando alguien las lleva a las redacciones (para eso nacieron las columnas, y las cartas).
Es importante dejar claro ese punto. Micco ha tenido la decencia de no defenderse con el recurso de haber sido sacado de contexto o de no haber subrayado sus reflexivas intenciones. No: está todo planteado ahí, desde el primer día. Lo que suele pasar es que las reflexiones de Micco no son especialmente populares. Y no es de ahora: en los noventa solía presentarse a foros estudiantiles y contar que nunca había lanzado una piedra en dictadura. Cosechaba pifias, claro. Pero ni la dirección ni el consejo del INDH son cosas que debieran regirse por encuestas o resultados en las redes sociales.
A Micco lo acusaron de supeditar derechos a deberes por el texto que está debajo de este título: «No hemos hecho lo suficiente para comunicar (a los jóvenes) una de nuestras verdades: no hay derechos sin deberes». Es un título largo, con comas y con paréntesis. Una rareza. ¿Qué muestra eso? El cuidado con que se trató la entrevista, para no sacarlo de contexto a Micco o para encontrarle al texto algo parecido a una noticia. O ambas cosas, probablemente. La noticia de la entrevista estuvo dada por la reacción de los consejeros del INDH, las dos agrupaciones de funcionarios del organismo y las declaraciones de organizaciones y columnistas que provocó.
Si se revisa la entrevista, se nota el esfuerzo por darle un marco: Micco dice que le quiere dar una nueva dimensión al trabajo del INDH y centrarlo en lo que llama «valórico». Y desde una falla «en comunicar una de nuestras verdades: no hay derechos sin deberes». Hasta pone un ejemplo: «El derecho a la salud no significa nada si no hay personal de salud que literalmente está dispuesto a morir cumpliendo su deber, que va más allá de lo exigible. Como INDH, hemos estado cinco veces con los internos y gendarmes en el Centro Penitenciario de Puente Alto, el mayor foco de contagio de legos en Chile. Ese es nuestro deber». Que el foco que le quiere poner es educativo se entiende más porque Micco insiste con lo de la juventud y dice que diagnostica en ella lo que cualquier adulto joven sabe: que los jóvenes tienen una gran valoración de la vida y que no aceptan la muerte, además de un afán de consumo muy alto. Y vuelve con los deberes, con una cuña interesante pero difícil de llegar a titular: «Lo que he visto muy fuerte tras el 18 de octubre es el deber de participar, la alegría de hacerlo, la experimentación de lo que Hannah Arendt llamó “felicidad pública”. Otros deberes los veo menos claros. Por ejemplo, el derecho a la libertad de expresión. No puedo sino condenar las funas y el troleo». La entrevista trae un recuadro, donde anuncia Micco la tarea que quiere darle al INDH. La idea es larga, y nuevamente difícil de meter en un título. Micco dice querer: «Extender aún más, en nuestros cursos, escritos y campañas, lo que señala la Declaración Universal de los derechos humanos: “toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que solo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad”. Además que los derechos de uno tienen por límite el “reconocimiento, el respeto y las libertades de los demás”. Y que todos debemos satisfacer “las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general”. Ese no es solo un deber del Estado, es de toda la comunidad, sea local, nacional o universal (…) Es propio del conservadurismo el destacar los deberes para con la familia, la patria y la religión y, por el contrario, de los liberales, los derechos individuales. Siempre he intentado armonizar derechos y deberes, como los comunitaristas. Pero cuando, en estos tiempos de aplastante hegemonía del liberalismo cultural -“yo hago lo que quiero con mi vida con tal de no afectar al otro”-, siento la necesidad de hablar de los deberes».
Aplastante hegemonía del liberalismo cultural; armonizar derechos y deberes; comunitarismo. Ese era el corazón de la entrevista. Un corazón falangista, y medio latero incluso. El vértigo lo pusieron las críticas, como suele ocurrirle a Micco. Y así, de un «No hemos hecho lo suficiente para comunicar (a los jóvenes) una de nuestras verdades: no hay derechos sin deberes», paréntesis incluido, pasamos una entrevista ««donde condiciona el ejercicio de los derechos humanos, limitando el alcance y obligatoriedad del derecho internacional para los Estados», como dijo la Asociación Nacional de Funcionarios Defensoras y Defensores de Derechos Humanos del INDH, una de las agrupaciones sindicales que existen en el INDH (la otra, es la AFFINDH) y de un intento de supeditar el respeto a los derechos humanos al cumplimiento de determinados deberes.
De todo lo que se ha escrito (el debate de derechos y deberes; la institucionalidad de los DD.HH. y la politización de las instituciones), así como de las reacciones y hasta de los videos, una de las mejores cosas que han salido por cómo cómo ilustra el conflicto es la entrevista al consejero del INDH Salvador Millaleo, realizada el mismo día en que se realizó esa reunión en que los consejeros se dijeron de todo. Millaleo, abogado nombrado por el Senado en el INDH, dijo que no quería pedir la renuncia de Micco pero que a éste no lo correspondía dar su opinión en la prensa. Una cosa llamó la atención de los argumentos de Millaleo: su énfasis en lo que se estaba diciendo en redes sociales para salir a atajar a Micco con una declaración pública junto a otros consejeros.
No es primera vez. En De ahí la primera queja que recibió, apenas llegado al cargo de director del INDH. Una queja extraña viniendo del mundo de los Derechos Humanos y que es preciso, al pasarla por escrito, dejarla con todas las cursivas necesarias: esa vez el senador RD J.J. Latorre le agregó a los peros de Micco para ser director del INDH una descripción: su sensibilidad cercana al socialcristianismo. Hubo cuestionamientos más duros y masivos, como los de grupos feministas Feministas.
Esta semana, las cosas se enredarán más. Los funcionarios del INDH están movilizados demandando la salida de todos los consejeros. Mientras, la Contraloría anunció haber detectado irregularidades en la Corporación Opción, un organismo colaborador del Sename del que viene Consuelo Contreras, la antecesora de Micco en el cargo y una de sus principales críticas. La Contraloría mandó los antecedentes a la fiscalía, que ya estaba indagando un programa del Sename en que aparece interviniendo.
¿Y Micco? Probablemente le espera un episodio similar, si cada tanto le recuerdan su sensibilidad democratacristiana, como se dice para no parecer sectarista. Y no habrá ni reflexión sobre cómo promover la comunicación ni el debate. Como si todo lo que pasó a partir del 18 de octubre del año pasado no hubiera mostrado un gran fracaso de las políticas de DD.HH. en Chile.
12/05/2020